lunes, 4 de enero de 2016

En memoria de los héroes españoles. Historia de un marino. Don Francisco Javier Everardo-Tilly y Paredes.




Don Francisco Javier Everardo-Tilly y García de Paredes, Laines de Bibar, Espinola, Hermans, Vasques de Lara, Abendaño y Navia, apellidos con los que figura en un documento oficial firmado por él, como Capitán General, en la Isla de León el 1 de julio de 1794.

Fue I Vizconde de Everardo y I Marqués de Casa-Tilly, V Capitán General de la Armada española. Regidor Perpetuo de Murcia y de Preeminencia de Cartagena, patrono del Convento de la Merced de Málaga, Caballero de la Orden de Santiago (17 de enero de 1756), y Comendador de Usagre en la misma Orden, Gentilhombre de Cámara con Entrada (1774), Caballero y Gran Cruz pensionada de la Real y Distinguida Orden de Carlos III (12 de noviembre de 1789), Comandante General de los Batallones de infantería de los RR.EE.



Biografía.


Vino al mundo en la población de Villalba del Alcor en la actual provincia de Huelva, el 2/9/1712. Fueron sus padres, don Francisco Antonio Everardo y Tilly, natural de Málaga, Capitán de infantería, Caballero de la Orden de San Jorge y su esposa, doña Catalina García de Paredes y Díaz, natural de Melilla. Su hermano fue don Rudesindo Everardo Tilly y García de Paredes, Conde de Tilly y Teniente General del Ejército, nacido en 1722. Tuvo un medio hermano que murió antes que él: el Brigadier con destino durante muchos años en la Plaza de Orán, don Onofre Antonio de Salas y García de Paredes.

Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el día 5 de noviembre del año de 1727, expediente n.º 69, a la edad de 15 años.

Al aprobar los exámenes teóricos se le ordenó embarcar para realizar los prácticos, siendo destinado a una escuadra en el Mediterráneo para combatir a los corsarios berberiscos, con la que realizaba arribadas a la bahía de Cádiz; en los desembarcos pasaban otros exámenes y así fueron pasando los años siguientes. Navegó con la escuadra de D. Rodrigo de Torres en la campaña que éste hizo al canal de la Mancha, apresando cinco buques mercantes ingleses. Por orden superior, se le ordena trasbordar a uno de los buques de la expedición contra Orán.

La escuadra quedó al mando del teniente general don Francisco Cornejo que enarbolaba su insignia en el navío San Felipe. Estaba compuesta por once navíos, dos bombardas, siete galeras, dos galeotas y cuatro bergantines, para dar escolta a ciento nueve buques distintos de transporte, cincuenta fragatas, cuarenta y ocho pingues, noventa y siete saetías, ciento sesenta y una tartanas, veinte balandras, ocho paquebotes, cuatro urcas, dos polacras, dos gabarras, veintiséis galeotas y cincuenta y siete buques menores; en total iban veintiséis buques de guerra y quinientos ochenta y cuatro mercantes, siendo quizás la mayor concentración naval del siglo XVIII.

En los mercantes se transportaba un ejército de veintiséis mil hombres, la artillería compuesta por, 60 piezas de a 24, 20 de a 16, 12 de a 12 y 6 de a 8, más 20 morteros de a 18 pulgadas y 40 de a 12. Para poder ser transportadas todas estas piezas se llevaron ciento cuarenta mulos y ciento cincuenta acémilas con sus conductores, al mando, todo el ejército,  del duque de Montemar.

Comenzaron a zarpar del puerto de Alicante el día 15 de junio del año de 1732, arribando a Mazalquivir el día 23, pero algo cansados por la tormenta que habían tenido que sortear, decidió el general Cornejo que esa noche la pasaran a bordo, siendo al día siguiente cuando comenzó el desembarco en la playa de La Aguada, a una legua y media de Mazalquivir, fue tan rápida la acción que en el primer desembarco se dejó a tres mil hombres y la caballería de frisa en la playa, los cuales se pusieron a trabajar levantando una fuerte estacada, al mediodía siguiente todo el ejército se encontraba ya en la playa.



Los moros intentaron romper la línea atacando con su caballería por las alas, pero estas zonas estaban protegidas por las galeras y las fragatas y su fuego les hizo imposible envolver la línea española, si algún grupo lo hacía se encontraba de cara con la caballería española, siendo vencidos los enemigos siempre que lo intentaron, decidiendo no atacarles más, lo que se aprovechó para desembarcar los víveres, repuestos de pólvora y proyectiles, quedando perfectamente compuestos y organizados los efectivos desembarcados.

Quedando libres de movimiento avanzaron sobre Orán, la huída de los restos de la caballería mora arrastró a su infantería fuera de la plaza,  a seguir su camino, por lo que al llegar las tropas españolas las puertas de la ciudad estaban abiertas, siendo tomada sin resistencia. Al asegurar está plaza se dirigieron a Mazalquivir, aquí sí se defendieron, pero el general Cornejo ordenó a dos navíos que se acercaran a la fortaleza, la cual soportó por un tiempo el bombardeo, pero dada la cercanía al mar de la fortaleza,  los grandes cañones le hacían mucho daño, comenzando, por sus efectos, a desmoronarse varios trozos de ella, razón que les llevó a enarbolar la bandera blanca. Se procedió a reparar lo destruido y se dejó una guarnición para su protección, la escuadra regresó a Alicante, y desde aquí los navíos y la mayor parte de los buques de guerra arribaron a la bahía de Cádiz.



Al arribar se le dio orden de desembarcar y presentarse en la Compañía, donde continuó con estudios y los exámenes finales. Aprobó y por ello, con fecha del día 23 de septiembre del año de 1733, se le entregaban sus primeros galones de alférez de fragata.

Piedra armera en el frontal de la puerta de entrada al casino de Cartagena.


Muy poco tiempo después se le ordenó embarcar en la división de don Gabriel Alderete, destinada a formar parte de la escuadra al mando del marqués de Sada para sentar en el trono de Nápoles al infante de España don Carlos. Al concluir la dominación de aquel territorio se ordenó a don Gabriel Pérez de Alderete, se quedara cruzando las aguas del nuevo reino con sus navíos Princesa y Conquistador, en el mes de mayo del año de 1734 avistaron velas a las que le dio caza en el golfo de Otranto, eran tres buques que transportaban tropas de socorro austriacas,  procedentes de Trieste, y pocos días después a una galera, que valiéndose de su poco calado se acercó tanto a tierra que embarrancó, siendo capturados trescientos soldados y toda la chusma.

Recibió la orden de regresar a la bahía de Cádiz, zarpando a primeros de agosto siguiente del puerto de Nápoles, y en su viaje de vuelta, al ir entrando en el Estrecho el día 6 de octubre,  descubrió tres jabeques de la regencia de Argel, por su mayor porte no era lógico que pudiera darles alcance, pero lo hizo y de resultas del combate dos salieron mal parados consiguiendo alejarse, quedando solo uno del porte de 16 cañones que fue apresado, entrando con él a remolque en la bahía de Cádiz.

Estando en la ciudad de Cádiz, se le entregó la Real orden fechada el día 17 de noviembre del año de 1735, por la que se le notificaba su ascenso al grado de alférez de navío y con ella la orden de incorporarse como teniente de la primera compañía del tercer batallón de Infantería de Marina, pasando un tiempo después embarcado en diferentes buques y cometidos con ella. Estando en la bahía recibió la orden del día 24 de junio del año de 1738, por la que se le destinaba a bordo del navío América, zarpando de Cádiz y arribando a Cartagena, quedando el buque incorporado a la escuadra de este Departamento.


Por Real orden de día 1 de enero del año de 1739, se le otorgó el mando del jabeque mercante armado Santo Cristo de Santa Cruz, con una dotación de ciento cincuenta hombres, zarpando en conserva de otro de igual porte al mando del teniente de navío don Juan Aróstegui, destinados ambos a combatir el corso contra las regencias norteafricanas, dentro de la guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748), saliendo el mismo día y regresando el día 16 de febrero, zarpando de nuevo el 22 siguiente después de avituallarse, volviendo el día 27 a Cartagena, donde queda desembarcado por pasar a desarme el bajel. 

Estando de cuartel recibió la Real orden del día 28 de agosto del año de 1740 por la que se le comunicaba su ascenso al grado de teniente de fragata, volviendo a salir al mando de otros buques. 

En la escuadra de don Rodrigo de Torres habia pasado a la América Septentrional de dotación en el navio Invencible, en que arbolaba su insignia el expresado General. Se halló en el puerto de la Habana en el incendio de dicho buque que tuvo lugar el 30 de Junio de 1741, muriendo en este desastre 16 personas, siendo heridos 21 y salvándose los restantes en las lanchas y botes de bahía; entre estos figuró don Francisco Javier. Regresó a Cadiz, donde embarcado en distintos navios y jabeques, ha hecho el corso en el Oceano y Mediterráneo, sosteniendo varios combates con buques de las potencias berberiscas, y siendo herido en uno de ellos. 

Al arribar de uno de sus muchos cruceros, se le entregó otra Real orden fechada el día 30 de julio del año de 1741, con el ascenso al grado de teniente de navío y capitán, siendo destinado al mando de la tercera compañía del octavo batallón de Infantería de Marina.

Permaneció en este destino hasta recibir la Real orden con fecha del día 14 de mayo del año de 1744, con su ascenso al grado de capitán de fragata, siendo destinado de Segundo del navío Neptuno. Para tomar el destino viajó a Cádiz, pasando con el navío de nuevo a Cartagena, donde desembarcó en septiembre de 1745 por pasar el buque a desarme.

Encontrándose aquí se le entregó una nueva Real orden, fechada el día 26 de octubre siguiente, por la que se le ordenaba pasar a Madrid donde era destinado a desempeñar comisiones en la Secretaría de Marina.


Se le entregó una Real orden del día 14 de febrero del año de 1750, por la que se le destinaba a Cartagena, viajando hasta la capital del Departamento. Encontrándose allí el comandante general del mismo don Francisco de Liaño, por orden del 17 de junio, lo nombró vocal de la Junta de Asistencia del Departamento, la cual hacía poco tiempo que se había puesto en marcha.

El día 10 de junio del año de 1751 se le otorga el mando del navío Reina, trasbordando como comandante el día 23 de septiembre al San Felipe, con el que realizó varias salidas contra los corsarios; recibiendo la orden, el día 13 de enero del año de 1752, de trasbordar como Segundo al navío Tigre, por haber fallecido su comandante,  y a pesar de ser Segundo, zarpó con rumbo a Ferrol en comisión. A su regreso al mediterráneo se incorporó a las unidades que combatían el corso en este mar, arribando a Cartagena el día 18 de abril; se nombró un comandante y continuó de segundo, zarpando con rumbo a los típicos cruceros entre el cabo de Santa María y San Vicente en espera y protección de una Flota de Indias, a la que divisaron y acompañaron hasta dejarla a salvo en la bahía de Cádiz, continuando viaje a su base de Cartagena.

Zarpó en dos ocasiones comisionado para combatir el corso, al arribar de la segunda le entregaron una Real orden del día 29 de julio, por la que se le destinaba como capitán de pabellón del navío Septentrión, insignia de don Pedro Mesía de la Cerda, a la sazón comandante general del Departamento, con el que zarpó al mando de una de las dos divisiones del Departamento, para transportar desde Alicante a Orán dos de los batallones del regimiento España, y tras desembarcarlos regresaron en comisión contra los corsarios berberiscos, realizando cruceros entre Málaga y Barcelona.

Por Real orden del día 30 de marzo del año de 1754, se le asciende al grado de capitán de navío, zarpando con su buque en la ya descrita comisión de contrarrestar el corso de las regencias norteafricanas, regresando a su departamento el día 21 de abril del año de 1755, desembarcando el día 1 de mayo. 

Por Real orden del día 3 de agosto de 1756 se le concedió el hábito de la Orden de Santiago, en la que se cruzó y profesó. 


Por Real orden del día 20 de septiembre del año de 1755 se le entrega el mando del navío Tridente, siendo comisionado el día 10 de diciembre, para zarpar y arribar al puerto de Alicante, siendo embarcados seiscientos ochenta dragones que fueron desembarcados en el plaza de Orán. Regresó a su Departamento el día 10 de septiembre del año de 1756 y tras avituallar el buque zarpó de nuevo en la consabida misión de lucha contra el corso. Entre esta comisión principal desempeñó otras, como la de viajar a Cádiz donde se le cargaron cuatrocientos mil pesos fuertes, desembarcándolos por mitades en Marsella y Génova y regresando a Cádiz para entregar los documentos de recibo de las cantidades en las dos ciudades, para hacerse a la mar de nuevo y arribar a su Departamento.

Por Real orden del día 12 de febrero del año de 1758, se le entrega el mando del navío Vencedor, tomándolo efectivo el día 17 de mayo siguiente, incorporándose a la división a las órdenes de don Isidro García del Postigo, compuesta por el de su mando más el Héctor y el Soberano.

El capitán de navío don Isidoro García del Postigo, al mando de una escuadrilla de navíos, compuesta por el Soberano (insignia) (Don Francisco de Borja y Poyo era tercer oficial a bordo), Vencedor (al mando de don Francisco Javier) y Héctor, el día 9 de junio del año de 1758 dieron caza en la ensenada de Tetuán a un navío y una fragata de la regencia de Argel, siendo el navío de nombre Castillo Nuevo, de 60 cañones, al mando del arráez Mahamud Rais y la fragata Calavera, de 40, al mando de Achi-Mostafá. El navío quiso hacer de cebo y que se salvara la fragata, la cual al avistar los navíos españoles se declaró en huida. Los tres navíos españoles eran del porte de 70 cañones.

Mientras los navíos Soberano y Vencedor se quedaban para combatir al Castillo Nuevo, la fragata intentó huir, por lo que se le dio orden al comandante del Héctor de que le diera caza, logrando ser alcanzada, acción ésta harto difícil y que muy pocas veces ha ocurrido, por ser normal que las fragatas fueran más maniobreras y rápidas que los navíos, por ello al ponerse al alcance de su artillería, éste la acribilló hasta que dio a su enemiga por hundida.

Comenzó el combate sobre las 16,00 horas, manteniéndose el enfrentamiento, por la encarnizada defensa del navío argelino, hasta la una de la madrugada del día 10. Solo se rindió al estar mocho como un pontón y por ello no poder maniobrar, se intentó dar remolque a la presa, pero no soportó la mar yéndose a pique sobre las ocho y media del mismo día, fue reconocida su artillería y montaba la de a 18, 12 y 8 libras.

Relato según Pavía:
"Serian las cuatro y media de la tarde, cuando empezó el combate que se fué haciendo tanto más encarnizado, cuanto mayor era la resistencia de los infieles que se batían en lucha desesperada y con indomable tenacidad. Ocho horas y media de un casi no interrumpido fuego, fueron necesarias para abatir la arrogancia, argelina. Era ya dada la una de la madrugada del siguiente dia, cuando el Castillo Nuevo completamente desarbolado, arrió su bandera. De los 546 hombres que componían su dotación, murieron más de 100 en el combate y unos 50 que perecieron ahogados, quedando prisioneros 310 entre turcos y moros, con los cuales, recogieron también 57 cristrianos que llevaban cautivos. El buque rendido quedó en tan mal estado, que no pudiendo continuar marinándose por más tiempo, fué preciso abandonarlo; yéndose á pique. Serian como las ocho y media de la misma mañana."



El enfrentamiento se realizó a larga distancia, por llevar los españoles cañones de mayor peso de proyectil, consumiéndose en él mucha munición, pero las bajas propias fueron inapreciables para este tipo de encuentros, ya que sólo hubo dos muertos y doce heridos (en el navío Vencedor, 1 muerto y 11 heridos, según Pavía), mientras que los argelinos padecieron cien muertos, más cincuenta ahogados, trescientos seis cautivos y fueron liberados cincuenta y tres prisioneros cristianos, la gran mayoría holandeses, el resto alemanes y un irlandés.

Casino de Cartagena.


Regresaron a Cádiz, zarpando el día 10 de septiembre con el navío de su mando y el Soberano, con destino a su base de Cartagena, donde fondearon el día 19 de octubre, después de haber realizado un crucero sobre las costas norteafricanas. Estando aquí se le ordenó desembarcar por ir su navío a desarmar, desembarcando el 1 de noviembre, pero le llegó la Real orden del día 18 siguiente por la que se otorgaba el mando del navío Atlante, tomando el mando efectivo el día 27 de ese mismo mes.

Al darle el mando fue destinado a la misma comisión, que no era otra que la de combatir el corso norteafricano, así el día 13 de abril del año de 1759, tras un breve combate,  apresó un pingue argelino con setenta y dos moros, el cual llevaba dos prisioneros procedentes de las islas Canarias, a los que envió a la ciudad de Cádiz. El día 8 de mayo, de nuevo avistó y apresó otro pingue argelino, esta vez con ciento tres moros a su bordo, pasando luego a abastecerse de víveres a su base de Cartagena, donde se le agregó a la escuadra de don Pedro Stuard. De allí zarparía  el día 13 de agosto con rumbo a Nápoles, donde se embarcó a la familia Real que fue transportada al puerto de Barcelona,  donde desembarcó el nuevo Rey don Carlos III.

El testamento del Rey D. Fernando VI dejó encomendado el gobierno del Reino, a su hermano y sucesor D. Carlos, infante de España y Rey de las Dos Sicilias, a la reina madre, viuda, Isabel Farnesio, que, satisfecha en la más íntima de las aspiraciones de toda su vida, ordenó inmediatamente la proclamación del nuevo Soberano en Madrid y dispuso salieran de los puertos de Cádiz y de Cartagena navios destinados a formar la escuadra en que había de hacer el viaje. 

Don Juan José Navarro, marqués de la Victoria, Director general de la Armada, designado por el propio D. Carlos como jefe grato para conducirle, la reunión en Napóles, fondeando cerca del muelle en vistosa formación 15 navios de línea, cuatro fragatas y dos tartanas, el uno de aquellos de tres puentes, con alojamiento dispuesto para S. M. De las divisiones iban encargados los tenientes generales D.Andrés Reggio y D. Pedro Stuart, y los jefes de escuadra D. Carlos Reggio y Conde de Vegaflorida. El navío de 70 cañones Atlante al mando del Capitán de Navío don Francisco Javier se agregó a la flota en Nápoles con posterioridad, saliendo después todos juntos del puerto.

Verificóse pública y solemnemente por el Rey de las Dos Sicilias la renuncia de la corona en favor de su hijo tercero D. Fernando, por incapacidad reconocida del primogénito; el pueblo napolitano acompañó á la familia real hasta la dársena, demostrándola amor y respeto en la despedida el 7 de Octubre, y puesta a la vela la armada española, salieron a la mar con ella dos navios, dos fragatas y seis jabeques de la napolitana, cuatro galeras de Malta y algunos transportes, componiendo un total de 40 embarcaciones, que, alejadas las dichas galeras, hicieron feliz travesía hasta Barcelona.


El Rey significó su aprecio al General y tripulaciones, concediendo honores y mercedes a todas las clases antes de salir de la cámara del navio Fénix, portador del estandarte real, y de pisar tierra de sus dominios el 17 de Octubre de 1759. No se menciona a don Francisco Javier en esta lista de mercedes, pero el Rey debió quedar gratamente complacido con su servicio y presencia pues lo mandó llamar a la Corte poco después.

Interior del casino de Cartagena.

Regresó a su base el día 16 de noviembre, día en que se le cesó en el mando del navío Atlante, desembarcando hasta que, por Real orden, el día 7 de diciembre siguiente tomó el mando del Triunfante. Poco tiempo estuvo al mando de éste navío pues, por orden superior, pasó a mandar el Héctor, siendo confirmado por Real orden del día 1 de marzo del mismo año de 1760, y permaneciendo al mando en la misma comisión que el anterior, hasta la llegada de otra Real orden del día 27 de diciembre en la que se le concedía licencia para solucionar problemas personales en la Villa y Corte.

Por Real Orden de 6 do Enero do 1761, se le nombró Comandante del navio Aquilón pero no llegó a tomar el mando. Se incorporó a su Departamento al cumplir el plazo de la licencia, el día 2 de marzo de 1761, cuando ya se le había otorgado el mando del navío Terrible por Real orden del día 3 de febrero anterior, por lo que nada más llegar tomó el mando.

Las gestiones personales en la Villa y Corte debieron ser fructíferas ya que dias después, el Rey don Carlos III, por Real decreto firmado en el Buen Retiro de fecha 23 de marzo de 1761 le concedió la gracia, para él y sus descendientes, de los títulos de Vizconde de Everardo y Marqués de Casa Tilly, pertenecientes al reino de Castilla, libres de lanzas y medias annatas mientras viviera, como agradecimiento de S. M. a los más de treinta años de buenos servicios a la Corona.

Zarpó con su navío el día 23 de mayo, en la misma comisión, regresando para avituallarse y volviendo a zarpar de nuevo al estar listo, pero formando una pequeña división bajo su mando, pues se le añadieron el navío Triunfante y la fragata Astrea, para mejor cubrir más aguas, regresando a los cruceros sobre la costa norteafricana, en los que tuvieron algún encuentro de escasa importancia, regresando a su puerto base, de donde volvió a zarpar la misma división el día 8 de agosto siguiente, con destino a la bahía de Cádiz.

De este Departamento salió en varias ocasiones con su navío en comisiones secretas, permaneciendo casi siempre en la mar hasta que se declaró la guerra al Reino Unido, y hubo de regresar a su puerto base de Cartagena donde quedó incorporado a la escuadra del jefe de la misma, don Agustín de Idiáquez, hasta que tuvo que dejarla, el día 22 de mayo del año de 1762, por pasar su buque a carenar. Mientras tanto se le entregó el mando, por Real orden del día 22 de junio, del Atlante, haciéndose cargo del mismo el día 26 siguiente y zarpando en solitario con la misma misión de interceptar el corso, aunque en alguna ocasión se incorporara a la misma escuadra anterior. Al terminar la guerra regresó a su base, desembarcando el día 14 de diciembre por pasar el navío a desarme.

En 1762 mandó construir su casa palacio (firmó un convenio con el maestro de obras Antonio Barea) en consonancia con la elevada clase social a la que pertenecía. Se construyó una gran mansión señorial en la calle Mayor. Para ello adquirió dos casas grandes contiguas, así como otras dos más pequeñas y un almacén, por lo que tuvo que pagar 100.000 reales, impuestos a censo redimible al tres por ciento de interés. Varios artesanos de Cartagena formaron una compañía para realizar la nueva obra que en su casa de la calle Mayor quiere hacer el marqués de Casa Tilly, capitán de navío de la real Armada. En la actualidad esta mansión es ocupada por el Casino de Cartagena y es patrimonio artístico.

Se le entregó la Real orden del día 18 de enero del año de 1763, en la que curiosamente se le daba a elegir navío, siendo el Terrible el seleccionado, así el día 1 de febrero siguiente tomó su mando efectivo. Se le entregó la Real orden del día 19 siguiente, con la comisión de transportar cien mil pesos fuertes y cuatrocientos mil quintales de plomo al puerto de Nápoles; una vez cargado lo mencionado, se hizo a la mar el día 14 de marzo, realizando un buen viaje que en nada enturbió su comisión, desembarcando todo lo transportado y regresando esta vez directamente a Cádiz, para informar en persona del cumplimiento de la comisión.

Al llegar se le dio la orden de trasbordar él y toda su dotación al navío Septentrión, por pasar a desarme el anterior. A éste se le añadieron bajo su mando, el navío Glorioso, la fragata Astrea, ocho jabeques y tres galeotas, para contrarrestar el supuesto ataque sobre Melilla, pues en las proximidades había acampado un ejército moro. Al presenciar la pequeña escuadra con los refuerzos, los enemigos se lo pensaron mejor y se retiraron, haciendo a los pocos días la escuadra lo mismo, entrando Francisco Javier con su navío en Cartagena el día 3 de noviembre y desembarcando, por pasar a desarme, el día 16 siguiente.

En 1763 el Rey le concedió la encomienda de la Orden de Santiago en la villa de Usagre que le redituaba anualmente trece mil novecientos veintiún reales de vellón. 

Estando en el Departamento, se le entregó la Real orden de día 17 de marzo del año de 1764, en la que de nuevo,  para preparar la campaña contra los corsarios, se le daba a elegir navío siendo esta vez el Atlante, del que tomó mando efectivo el día 6 de abril para cumplir la comisión de regresar a Nápoles a todas las personas que habían viajado con el rey de España, Carlos III, desde su anterior reino. Entre otros abordaron el bajel los hijos del marqués de Esquilache, el Padre General de los dominicos Fr. Juan de Bixador e incluso los bogantes de las galeotas que se habían quedado en Cartagena, de donde zarpó el día 1 de mayo, realizando un tranquilo viaje y fondeando al arribar e ir desembarcando todas las personas, permaneciendo un tiempo en el puerto napolitano.

Arribó a Cartagena del viaje anterior, siéndole entregada la Real orden del día 19 de octubre, para que con toda la dotación trasbordara al recién incorporado navío Velasco para realizar sus pruebas de mar. Se terminó de dotar el nuevo navío el día 31 siguiente, zarpando el día 6 de noviembre, para regresar el siguiente 21. Escribió un informe para S. M. de los resultados de la prueba en el que mencionaba lo buen navío que era, y que en su opinión, para no perder las características, se debía de adoptar la clasificación de tres o cuatro tipos de navíos, utilizando en todos ellos las mismas medidas, sobre todo las de las popas, adoptando la arqueada por ser a su juicio la mejor. Al recibir el informe S. M. ordenó que en nada se alterasen las medidas de todos los bajeles que se construyeran del mismo porte que el Velasco, utilizando para ello los planos de éste.

Desembarcó del navío el día 14 de enero del año de 1765, recibiendo la Real orden del día 15 de febrero siguiente, por la que se le otorgaba el mando del Atlante, tomando el mando el día 20 de marzo y zarpando el día 22 de abril siguiente para realizar la comisión ya conocida de combatir el corso de las regencias norteafricanas. Después de realizar varios cruceros sin encontrar enemigo alguno regresó el día 19 de mayo.

Fue elegido su navío para formar parte de la escuadra al mando de Juan José Navarro, siendo uno de los nueve seleccionados por el marqués de la Victoria para cumplir el transporte de personas reales, el resto de la escuadra zarpó de Cádiz arribando a Cartagena el día 24 de junio. Ya había llegado la Infanta de España, doña María Luisa, embarcando el mismo día 24, zarpando al amanecer del 25 rumbo a Génova, donde fondearon el día 17 de julio siguiente, para convertirse en la esposa de Leopoldo, el Gran Duque de Toscana, quien posteriormente ocupó el trono imperial. Hubo fiestas y convites para las dotaciones y mandos, tras lo cual, zarpó de nuevo la escuadra con rumbo al puerto de Liorna, donde embarcó la Princesa María Luisa de Parma que venía a contraer nupcias con el Príncipe de Asturias, futuro don Carlos IV, regresando la escuadra a Cartagena el día 11 de agosto.

En el viaje todos observaron la disposición de la escuadra por orden del marqués de la Victoria, estando partida en tres divisiones de tres navíos, navegando de tres en línea y de fondo, estando en el centro de la formación el Rayo, para resguardo de mares y casi de vientos, de ahí que los trayectos fueran a poca velocidad para no molestar a las nobles damas.

Se hizo a la mar el día 17 de septiembre con su navío y el chambequín Garzota por tener noticias de la salida de Gibraltar de un navío holandés, del porte de 32 cañones  cargado con artillería y pertrechos, para la regencia de Argel. Por más que recorrieron las posibles rutas no lo encontraron, pero fue tan eficaz la búsqueda que avistaron un paquebote con bandera holandesa, siendo apresado y al registrarlo se encontró que transportaba 50 cañones británicos para la misma regencia, siendo 30 de a 36 y 20 de a 24, que fueron trasbordados al chambequín que arrumbó a Cartagena, mientras que el Atlante se quedaba por su popa vigilando que nadie lo pudiera apresar, arribando al mismo puerto el día 6 de octubre. Don Francisco Javier, hubo de recibir ayuda para desembarcar por encontrarse enfermo, siéndole concedida una licencia para recuperar su salud, y al encontrarse bien volvió a tomar el mando de su navío,  el día 1 de noviembre, teniendo que desembarcar el día 3 de febrero del año de 1766, éste año no volvió a salir.

Recibió la Real orden del día 19 de febrero del año de 1767, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de jefe de escuadra, habiendo permanecido en el anterior grado trece años, con mando de doce navíos prácticamente sin descanso; fue ascendido a jefe de escuadra, porque en esa época aún no se había establecido el grado intermedio de Brigadier.

Por Real orden del día 13 de mayo del año de 1768, tuvo que trasladarse a la bahía de Cádiz, para tomar el mando de una Flota con destino a Tierra Firme, lo que hizo el día 13 de junio, zarpando a los pocos días, tocando como era habitual en la Guayra y Cartagena de Indias, trasladándose a la Habana y regresando al puerto de partida, cesando en el mando el día 8 de agosto del año de 1770. Al llegar a Cartagena pidió licencia para recuperarse, pasando a su casa, reincorporándose el día 15 de septiembre siguiente.

Por real orden del día 30 de octubre siguiente, se le ordena tomar el mando de una división, formada por los navíos Monarca (insignia) y Vencedor, tomando el mando efectivo el día 13 de noviembre, habiendo sido cargados con 60 cañones de a 12 libras, quinientos fusiles, buena cantidad de pólvora y otros pertrechos, para transportarlos al Departamento de Cádiz. Zarpó por orden superior de éste puerto, con rumbo a la Ciudad Condal, haciendo acto de presencia en ella para unírsele los navíos Serio y Triunfante, más la fragata Santa Teresa, regresando con ellos a Cartagena el día 26 de junio del año de 1771, cesando en el mando el mismo día por orden superior, por pasar a desarme los cinco buques.

Estando en su Departamento, se le entregó Real orden del día 3 de marzo del año de 1772, por la que se le concedían cuatro meses de licencia, para acercarse a la Corte, al cumplirse el plazo regresó a Cartagena incorporándose el día 22 de julio.



El capitán general del Departamento, elevó a S. M. petición de que fuera nombrado don Francisco Javier como Presidente de la Junta de oficiales, que por la nueva ordenanza acababa de ser formada, para auxiliar al Comandante General en los cometidos de almacenes, repuestos y conservación de todo tipo de pertrechos para el buen mantenimiento de los buques. El Rey estuvo de acuerdo y por Real orden del 19 de agosto fue nombrado para el puesto demandado por su Comandante. Por Real orden del día 8 de marzo del año de 1773, se le nombra Comandante General de los Batallones de Infantería Real de Marina, pasando a su nuevo destino embarcado en el navío Monarca, arribando a Cádiz el día 15 siguiente.
Por Real orden del día 20 de diciembre del año de 1774, se le asciende al grado de teniente general. 

En 1762 España entró en la guerra de los Siete Años en el bando opuesto a Portugal. El virrey don Pedro Ceballos tuvo un papel destacado en este conflicto. En 1763 la guerra terminó con la firma del tratado de París, que incluía la restitución de Colonia a Portugal. Promovida por el Marqués de Pombal, en 1766 una expedición militar portuguesa ocupó los fuertes españoles de Santa Tecla, Santa Teresa y Montevideo.

La guerra hispano-portuguesa de 1776-1777 tuvo lugar en el límite entre ambos imperios en la Banda Oriental en Sudamérica. Fue la continuación del conflicto ocurrido entre 1761 y 1763 durante la Guerra de los Siete Años. La guerra concluyó con el Tratado de San Ildefonso (1777). Este tratado supuso un acercamiento entre ambas coronas, después de décadas de enfrentamientos y disputas desde la independencia portuguesa en 1640 y la alianza lusa con Inglaterra. El tratado sería ratificado en el tratado de amistad, garantía y comercio firmado en El Pardo en 1778.

El día 19 de febrero de 1776, en aguas de Brasil, se inicia el conflicto con los portugueses, ya que la corbeta Dolores, el bergantín Santiago, las saetías Misericordia y San Francisco más la goleta Pastoriza, se encontraban fondeados en Río San Pedro (Río Grande Do Sul para los portugueses), cuando fueron atacados por dos fragatas de 30 y 24 cañones, dos paquebotes de 18, una balandra de 14 y cuatro zumacas portuguesas de 16. Después de tres largas horas de combate, los portugueses se retiraron habiendo sufrido el hundimiento de la balandra y un paquebote que en su retirada se fue a varar por haber perdido el timón en el combate. Entre los muertos cabe citar al comandante de la goleta Pastoriza, el teniente de fragata don Juan José Iturriaga y de Emparán y el alférez de navío don Francisco Butrón de Mújica y Cortés de Zúñiga.

En respuesta a esta acción hostil por parte de Portugal, el rey Carlos III ordenó la formación de una expedición hacia Sacramento, compuesta por los navíos: Poderoso, de 70 cañones, Comte. Don Juan de Lángara, insignia; San José, de 70, Comte. Don Francisco Bances; Monarca, de 70, Comte. Don Pedro Trujillo; San Dámaso, de 70, Comte. Don Francisco de Borja y Poyo (Capitán de Navío); América, de 60, Comte. Don Antonio Osorno y Herrera y Septentrión, de 60, Comte. Don Antonio Osorno y Funes; las fragatas: Santa Margarita, de 26, Comte. Don Ignacio Luque; Santa Clara, de 26, Comte. Don Pedro de Cárdenas; Santa Teresa, de 26, Comte. Don Basco Morales; Venus, de 26, Comte. Don Gabriel Guerra; Liebre, de 28, Comte. Don Manuel Maestre; Santa Florentina, de 20, Comte. se desconoce; Santa Ana, de 20, Comte. Don Francisco Javier García y Santa Rosa, de 20, Comte. Don José Castejón; el chambequín Andaluz, de 30, Comte. Don Benito de Lira; los paquebotes: Marte, de 16, Comte. Don Antonio de Córdova y Guarnizo, de 16, Comte. Don Sebastián de Apodaca; el bergantín  Hopp, de 19, Comte. Don Andrés Llanos; las bombardas: Santa Casilda y Santa Eulalia; la saetía Santa Ana y dos brulotes, más una flota para transportar un ejército de doce mil novecientos noventa y seis hombres.

La escuadra de transporte estaba compuesta por 30 fragatas, 18 paquebotes, 38 saetías, 6 bergantines, 1 polacra, 1 goleta y 2 brulotes, siendo en total el convoy de 96 velas, con un total de 18.665 toneladas, llevando a su bordo a ocho mil quinientos hombres de infantería y seiscientos Dragones con sus monturas. Al arribar la expedición unos días después se le unieron los navíos: Santo Domingo, de 70 cañones, Comte. Don Martín Lastarría; Serio, de 70, Comte. Don Francisco Javier Morales y San Agustín, de 70, Comte. Don José Techain, con la fragata Santa Gertrudis, de 26, Comte. Don Luis Ramírez.

La escuadra portuguesa estaba compuesta, por lo navíos: San Antonio, de 66 cañones; Nuestra Señora de los Placeres, de 64; Nuestra Señora de Ajuda, de 64 y Nuestra Señora de Belén, de 54. Fragatas: Nuestra Señora de Gracia, de 42; Nuestra Señora de Nazaret, de 40; San Juan Bautista, de 38; Princesa de Brasil, de 34; Príncipe, de 32 y Pilar, de 32 y tres paquebotes, dos de 16 y uno de 14.

La escuadra queda al mando del teniente general marqués de Casa Tilly, como segundo comandante el jefe de escuadra don Adrián Caudrón de Cantín y como Mayor General el capitán de navío don Luis Muñoz, siendo nombrado jefe de la expedición el teniente general don Pedro Ceballos Cortés que estaba investido con el título de Capitán General y primer Virrey de Buenos Aires con la misión de recuperar las tierras ocupadas por Portugal de la colonia de Sacramento.

Zarpó la escuadra el día 13 de noviembre del año de 1776, con rumbo a aquellas aguas y costas; al arribar desembarcó el ejército en diferentes puntos, uno de ellos la ensenada de Garampas, en la isla de Santa Catalina, desde donde  lanzaron el ataque. Después de unos combates se recuperó la isla el día 15 de enero del año de 1777, cuando el marqués de Cagigal, al mando de las compañías de granaderos, capturó al Gobernador portugués y dos regimientos de infantería depusieron sus armas. Posteriormente se tomó la isla de Sacramento, lo que obligó a los portugueses, por mediación de los sempiternos británicos, a llegar a un acuerdo con España. Regresó la escuadra a la bahía de Cádiz el día 17 de julio del año de 1778, quedando desembarcando por orden superior. Por estos hechos le concedió S. M. el título de llave de Gentil-hombre de Cámara con entrada el 3 de julio de 1777 (publicado en la gazeta).

Casi fracasó la expedición a causa de las diferencias surgidas entre los dos mandos, de forma que, ya tomados los territorios y calmados los ánimos, el virrey escribió denunciando el comportamiento del marqués de Casa Tilly, y por esta razón, por Real orden del día 4 de agosto del año de 1778, se formó un Consejo de Guerra de Generales, compuesto por tres tenientes generales, tres jefes de escuadra y tres capitanes de navío, siendo el Presidente don Luis de Córdova, como fiscal se nombró al Mayor General de la escuadra, don Buenaventura Moreno, comenzando el juicio el día 23 de noviembre del año de 1780, a bordo del navío Santísima Trinidad. Se alargó el juicio hasta el día 27 de enero del año de 1781, reconociendo la sentencia el haber ejecutado las órdenes recibidas de sus superiores jerárquicos, por lo que nada se le podía castigar, saliendo sin cargo alguno y libre total de culpa, sentencia que ratificó S. M. por Real orden del día 12 de junio siguiente. A esto hay que añadir que en la empresa quedaron muy castigados los navíos Serio y Poderoso, apresado casi sin combatir el San Agustín, así como la fragata Santa Clara que se abrió su obra viva en el Banco Inglés. El comandante del navío rendido, así como su Segundo, pasaron igualmente el Consejo de Guerra, siendo dados de baja en la Real Armada, dándoles por benevolencia de don Carlos III medio sueldo para que no pasaran hambre.

Escribía sobre estos hechos don Santiago de Liniers (por entonces Alferez de Fragata) y pone de relieve la tensa relación entre los dos generales al mando: "El 17 de febrero avistamos las costas de Brasil a las 8 de la mañana y a mediodía una escuadra portuguesa compuesta por 4 navíos, 5 fragatas y 3 bergantines se acercaba a barlovento. El Marqués de Casa Tilly estaba presto a atacarla, pero Don Pedro Ceballos se opuso diciendo que podíamos exponer el convoy y si no teníamos éxito podríamos perder el objeto de la expedición. Con gran disgusto por nuestra parte, fuimos obligados a acatar sus órdenes. Al día siguiente, habiendo cambiado el viento, los enemigos que se dirigían hacia nosotros en la víspera, se encontraban en ese momento a sotavento. Don Pedro consintió entonces que les atacáramos, pero ya era tarde y sentimos el dolor de verles escapar".


Con fecha del 25 de abril de 1782 se expidió por la Cámara de Castilla una real ejecutoria en la que se reconocía a don Francisco Javier Everardo Tilly, vizconde de Everardo, marqués de Casa Tilly, comendador de Usagre, de la Orden de Santiago, gentilhombre de Su Majestad con entrada, teniente general de la Real Armada, comandante principal de los doce Batallones de Infantería de Marina y comandante general interino de ella del Departamento de Cádiz, quien tenía radicada su casa en Cartagena de Levante, como a caballero hidalgo notorio de sangre y de casa y solar conocido, en cuya ejecutoria se indicaba que tanto él como sus ascendientes, se hallaban asistidos y caracterizados de una distinguida nobleza, con empleos, dignidades, destinos y cargos esclarecidos de suma importancia” y se añadía “enlazando con familias de igual calidad, en que hubo como en vuestra casa, varones de grandes dignidades y aún al presente subsisten en Alemania, Flandes, Francia y España y también se evidencia que siempre había estado empleado en el real servicio sin haber tenido domicilio fijo en ninguno de los pueblos de los Reinos de Castilla, y por tanto nunca habían podido pedir hasta ahora en ellos que se les guardaren las honras y exenciones de que gozan los hijosdalgos notorios de sangre, y habiéndolo suplicado ahora al rey, por este real carta ejecutoria se lo concedía”.

Pasado el juicio regresó a tomar el mando de los Batallones de Infantería de Marina, permaneciendo en ellos hasta serle entregada la Real Licencia que comenzaba el día 6 de abril del año de 1784, para viajar a la Villa y Corte, donde estuvo unos meses, regresando a su casa, en la ciudad de Cartagena, para recuperar su salud, desde donde envió solicitud en varias ocasiones a S. M. para que le  exonerara de la comandancia de los Batallones de Infantería de Marina  por no recuperarse de sus achaques, a lo que consintió el Rey,  firmando la Real orden del día 20 de marzo del año de 1787, para que se quedara en su casa.


Falleció el Rey don Carlos III en diciembre de 1788 y subió al trono don Carlos IV. 

Parece ser que se le tenía en alta estima por el nuevo Rey, ya que en el año 1789 se le concede la Gran Cruz pensionada de la Orden de Carlos III. En 1790 se le abre expediente de pruebas para caballero de la misma Orden de Carlos III, de la cual ya era caballero Gran Cruz. Por Real orden del día 11 de mayo del año de 1790, Francisco Javier es nombrado capitán general del mismo Departamento de Cartagena para que no tenga que desplazarse, tomando el mando el siguiente día 17, permaneciendo en este alto cargo hasta que recibió otra Real orden, fechada el día 18 de diciembre del año de 1792, por la que se le nombraba Director General de la Armada y Capitán General del Departamento de Cádiz, cargo anexo al de jefe supremo de la Real Armada;  para ello tuvo que cesar en el cargo de Comandante General de Departamento de Cartagena, haciendo entrega del mismo el día 24 siguiente. Para desplazarse al de Cádiz, embarcó de transporte con su familia en el navío Gallardo, zarpando el día 14 de enero del año de 1793, arribando a los pocos días y asumiendo el mando el día 24 del mismo mes.

Ocupaba la alta dignidad de capitán general de la Real Armada el Baylío Frey don Antonio Valdés y Fernández Bazán, quién ya desde el año de 1783 era Secretario de Marina con tan solo treinta y ocho años de edad, ocupando la máxima dignidad de la Armada desde el año de 1792, contando con cuarenta y ocho años de edad. Cuando alcanzó don Manuel Godoy el título de Generalísimo tuvieron malos encuentros, lo que llevó a don Antonio a pedir reiteradamente su sustitución de los dos cargos, siéndole concedida por Real orden del día 13 de noviembre del año de 1795.

Lo anterior viene a colación, porque al marqués de Casa Tilly, se le asciende a la máxima dignidad de la Armada, capitán General de ella, por Real orden del día 1 de febrero del año de 1794. Por lo que en ese momento había dos capitanes generales efectivos, dándose el caso, que por la mala salud de don Francisco Javier, elevó ruego a S. M. para ser relevado, siéndole concedido por Real orden del día 13 de marzo del año de 1795; aún no había sido exonerado el Baylío don Antonio Valdés.

El marqués de Casa Tilly, abandonó el Departamento de Cádiz, para viajar a su casa en la ciudad de Cartagena, donde le sobrevino el óbito el día 11 de diciembre del mismo año de 1795, cuando tenía ochenta y cuatro años de edad, de ellos sesenta y ocho de servicios casi continuos a España. Fue enterrado en la bóveda de la iglesia de la Caridad donde ya estaba enterrado su yerno don Pedro Rosique y González de Rivera desde hacía un año.



Dice su epitafio: "Esta capilla y sepultura es propiedad del excmo. S. Dn. Francisco Xavier Everardo Tilli Paredes, Diaz Llaines; Visconde de Everardo Marques de Casatilli Cavallero Comendador de usagre, en la Orden de Santiago, Teniente General de la Real Armada, i Comandante General de los ocho batallones de infanteria de Marina, quien la fundo para si i sus herederos. Año de 1776."


La crónica de su muerte publicada en el Mercurio Histórico en diciembre de 1795: 
"El 11 del corriente falleció en Cartagena a los 83 años de edad el Exc. Sr. Don Francisco Xavier Everardo de Tilli García de Paredes, Marqués de Casa-Tilli, Caballero Gran Cruz de la Real i distinguida Orden Española de Carlos III, Comendador de Usagre en la de Santiago, Gentilhombre de Cámara con entrada, Capitan General de la Real Armada, y Director general actual de ella. Sirvió a S.M. 68 años principiando de Guardia Marina: obtuvo los empleos y destinos más lúcidos, de Mayor General de Departamento y esquadras, Capitán de bandera de varios Generales, Comandante general de toda la infantería de Marina, y Capitán general de los Departamentos de Cartagena y Cádiz. La mayor parte de sus dilatados  útiles servicios la ocupó en continuos mandos de navíos sueltos y esquadras con comisiones de la mayor importancia, siendo notorio el acierto y felicidad con que conduxo la flota en los años de 1768 y 69, y la pericia con que manejó en los de 76, 77 y 78 la ardua expedición contra la isla de Santa Catalina y colonia del Sacramento en la costa del Brasil y Rio de la Plata. Acreditó su espíritu en varios combates ya de subalterno, ya de Comandante, apresando con el navío Atlante un xabeque, dos pingues y dos canarios Argelinos, y echando a pique con el Vencedor al navío nombrado Castillo Nuevo de la misma Regencia. El ardiente zelo, exactitud y eficacia de este General por el mejor servicio del Rey le vincularon el  no interrumpido acierto en sus mandos y comisiones de mar y tierra, y le grangearon las aprobaciones más honrosas y honoríficas, dignas de inestimable aprecio de todos los Soberanos que han reynado durante la época de sus servicios."

Dice Pavía de don Francisco Javier:
"El Marqués de Casa Tilly era un marino intrépido, un militar esforzado y un cumplido y pundonoroso caballero. Su nombre figura y figurará muy dignamente en el catálogo de Capitanes Generales que tantos personajes esclarecidos se hallan, y su memoria siempre se conservará con orgullo y con gloria en la Armada española."




Además de su brillante carrera militar, fue un hábil inversor y administrador de las propiedades que fue adquiriendo y se convirtió en un rico hacendado, formando con sus adquisiciones de tierras varias haciendas en diversas diputaciones del campo cartagenero, que daba en arrendamientos a labradores y hortelanos y con las que fundó al testar dos vínculos, uno para cada una de sus hijas. Al vínculo de su hija mayor pertenecerían los títulos de vizconde de Everardo y marqués de Casa Tilly. El testamento tenía un volumen de 160 páginas, lo que da una idea de la cantidad de propiedades y bienes que tenía la familia.

Diversificó sus inversiones, pues también adquirió dos escribanías numerarias de Cartagena, así como un oficio de procurador del número de la ciudad, los cuales después arrendaba a profesionales.

Rada Tilly (Argentina).

Aunque el Almirante Marqués de Casa-Tilly nunca surcó los mares de Patagonia (Argentina), en 1794 una expedición cartográfica organizada por la Corona española, a cargo de Juan Gutiérrez de la Concha, identificó en la actual provincia de Chubut la rada y el cabo que se llamó Punta del Marqués de Casa-Tilly, en recuerdo del jefe de la expedición que conquistó para la Corona la Colonia del Sacramento (Uruguay) en 1776. 

El nombre de Tilly perduró y hoy lo ostentan la bahía y la villa turística Rada Tilly, de espectacular belleza. Existe un complejo educativo en Rada Tilly con el nombre de "Everardo de Casa Tilly".

Punta del Marqués de Casa Tilly. Rada Tilly (Argentina).

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El título de Vizconde de Everardo es un título nobiliario español que se otorgó el 23-3-1761 por el Rey Don Carlos III al por entonces Capitán de Navío de la Real Armada Francisco Xavier Everardo Tilly y García de Paredes "en atención a los dilatados méritos y servicios, ejecutados en el espacio de treinta y cuatro años" según reza en su Decreto Real de concesión. El Real Diploma se expidió el 23-4-1761.




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Para contactar con el autor:   osocaver@gmail.com
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==Bibliografía:==

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Rodríguez González, Agustín Ramón.: Galeras Españolas. Del Egeo al mar de la China. Colección Bazán. Barcelona, 2007. Edición no venal.

Información compilada por Todoavante.es

Federico Maestre-de San Juan Pelegrin.: La aristocracia de Cartagena en el siglo XVIII.

Fotografías: abcgenealogia.com
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Descripción del escudo:

Escudo partido. En el primer cuadrante Everardo y en el segundo Tilly. Como timbre corona de Vizconde.

Everardo:


En campo de gules, un chevrón de oro, acompañado de tres armiños de sable, dos en jefe y uno en punta; bordura de azur con tres torres de oro. 

Tilly:


En campo de oro, un águila de sable surmontada de una corona de lo mismo; bordura de plata con ocho armiños de sable. En el pecho del águila un escudete de plata con una flor de lis de azur.